viernes, 3 de mayo de 2013

Joyce Meyer


Desde su infancia hasta su adolescencia, Joyce sufrió abuso sexual y emocional. Hoy día, esta maestra de la Biblia habla sencilla y abiertamente de sus vivencias, y del Mensaje que la extrajo del abismo y la llenó de esperanza. 
Cientos se reúnen para escucharla. Pilares blancos, finos mantos y flores artificiales decoran la plataforma. Al rato, una dama esbelta de cabellos cortos y elegantemente vestidos toma el púlpito con su Biblia incrustada en sus manos. Abajo, en la primera fila, se encuentra el alto caballero de bigotes que hasta que la muerte los separe la acompaña. Para el que no está familiarizado con este panorama, ya sea porque no la ha visto por televisión o no ha tenido la oportunidad de escucharla en vivo, esta es la descripción de uno de los eventos de Joyce Meyer.
La palabra que es indispensable usar cuando se describe a Joyce Meyer, es práctica. Tal como ella es, así son sus po-pulares enseñanzas bíblicas. Sin rodeos ni complicaciones, sin nada de análisis tan profundos que ni el propio orador entiende; todo lo contrario, sus predicaciones son un simple caminar por la vida diaria y cómo estas experiencias se pueden aplicar para crecer en una re-lación íntima con Dios.
Hasta ahora todo suena fabuloso, pero la vida de Joyce Meyer no ha sido fácil. Sin embargo, en vez de permitir que las traumáticas experiencias se convirtieran en piedras de tropiezo, éstas la motivaron a aferrarse más a Dios para salir adelante. "En un momento dado me dije: 'Voy a sobrevivir a como dé lugar'", manifestó con determinación en una entrevista el pasado 19 de mayo en el popular programa televisivo Larry King Live de la cadena CNN.

Una vida desesperada
Desde su temprana niñez hasta la adolescencia, Joyce fue abusada sexual, emocional y verbalmente por su padre, quien tomaba mucho alcohol. A los nueve años de edad, se atrevió a contarle a su mamá lo que le estaba sucediendo, pero ésta la ignoró. A esa misma edad le pidió a Jesús que entrara en su corazón y se hiciera cargo de su vida. "Me quería convertir", le confesó a Vida Cristiana con el tono de voz áspero y el denuedo que la caracteriza. "Me puedes creer que esa noche el pastor no hizo un llamado al altar. Me quedé sentada lo más que pude hasta que agarré las manos de mis dos primos y los llevé conmigo. Les dije: 'Vengan, ¡vamos a salvarnos!'", añadió la predicadora nacida el 4 de junio de 1943.
Con lágrimas y temblorosa, la pequeña Meyer le preguntó al pastor: "¿Me puede salvar?". Al instante que oró sintió que Jesús la limpió y la perdonó. "Siempre me sentía sucia. Me pasaba bañándome. Pero en ese momento, Jesús me limpió y nunca me abandonó”, manifestó Joyce. Recordó un versículo que había escuchado, Isaías 61:7, que dice: "En lugar de vuestra doble confusión y de vuestra deshonra, os alabarán en sus heredades; por lo cual en sus tierras poseerán doble honra, y tendrán perpetuo gozo".
Después de ese momento tan sublime e íntimo con Dios, tuvo que regresar a la pesadilla que representaba su casa. Los episodios de abusos continuaron. En una ocasión, cuando tenía 14 años, su madre entró a la casa justo cuando otro de los abusos sexuales se llevaba a cabo. "Pensé: 'Gracias a Dios. Ahora ella va a acabar con esto'." Pero no fue así, ella simplemente agarró su bolso y salió por la puerta. Joyce cuenta que su madre no sabía qué hacer, y optó por no hacer nada. Horas más tarde, su madre regresó. Joyce esperaba que al menos mostrara preocupación, "pero entró y no dijo ni una palabra".
Los lúgubres días continuaron su curso hasta que a los 18 años de edad se fue de su hogar para casarse con el primero que le insinuó cariño. Ese matrimonio fue muy inestable; se separaron en veinte ocasiones durante los cinco años que duró. La relación culminó cuando él la abandonó por otra estando ella embarazada. Tuvo a su primer hijo, David, a los 22 años. Anterior a eso, ya había sufrido un aborto natural a los 21 años.
Al mes de su divorcio, conoció a un joven ingeniero luterano carismático llamado Dave Meyer. Éste había orado y pedido a Dios que pusiera en su camino a una compañera sentimental que necesitara ayuda. Vaya que Dios lo escuchó. En el 1967 se casaron y Dave adoptó al pequeño David. Al parecer, la nueva vida matrimonial lucía bien, pero entre las cuatro paredes las discusiones imperaban. A veces se enojaba tanto con Dave que dejaba de hablarle por semanas. Su esposo, quien es de carácter pausado, simplemente oraba.

Nace un ministerio
Un día de febrero de 1976, mientras Joyce manejaba a su trabajo, le abrió su corazón a Dios y, en llantos, le pidió que la ayudara. Se sentía frustrada con su forma de ser egoísta, dominante y antisocial. Cuenta que el Espíritu Santo obró en su corazón de manera sobrenatural."En ese instante, la bondad de Dios se hizo más real en mí y la vida fue mucho mejor, fue como si un amor líquido hubiese sido derramado dentro de mí”, comentó la oradora de ascendencia apalache.
Ese mismo año, inspirada por el impetuoso deseo de compartir lo que Jesús estaba haciendo en su vida, comenzó a enseñarle la Palabra a un grupo de compañeros de trabajo que se reunían en un restaurante en su natal Missouri. En 1982, ejerció como pastora asociada de la iglesia Life Christian Center en St. Louis. Luego, ella y Dave sintieron que era el momento de fundar su propio ministerio al que llamaron "Vida en la Palabra". El ministerio comenzó como un pequeño grupo de estudio bíblico en la sala de su casa, el cual fue creciendo hasta tener reuniones semanales con una asistencia de casi 500 mujeres. Del área metropolitana de St. Louis extendió sus conferencias a las principales ciudades de la nación. Ya para ese entonces, su voz se escuchaba en la radio por su programa "Vida en la Palabra".
Hoy día, su programa televisivo "Disfrutando la vida diaria", que se transmite por más de 630 estaciones, en 23 idiomas, alcanza una audiencia mundial de alrededor de dos mil millones. Además, su programa radial se transmite en más de 390 estaciones. "Nos sentimos muy emocionados porque además estamos llegando a la comunidad hispana con el poder transformador de la Palabra de Dios. A diario, recibimos cartas y correos electrónicos que nos dejan saber el impacto que está ocasionando nuestro programa en castellano", comentó Joyce.
"Estos son los medios de comunicación del evangelio más efectivos que tenemos a nuestra disposición", expresó Dave, quien es el director ejecutivo financiero de Joyce Meyer Ministries. El ministerio actualmente cuenta con 600 empleados y 10 oficinas en diferentes partes del mundo: EE.UU., Canadá, Brasil, Sudáfrica, Uganda, Inglaterra, Rusia, Chipre, India y Australia.
En octubre del 2000, el ministerio fundó St. Louis Dream Center, una organización que ofrece diversidad de servicios sociales aparte de una mano de amistad a los indigentes, prostitutas y niños abandonados. Según lo describen en su página web (www. stldreamcenter.org) es: "Un lugar de sanidad para el mundo herido". "Hemos tenido el privilegio de ser usados por Dios para ayudar a heridos y necesitados en todas partes del mundo", expresó Joyce.
"Nuestras conferencias internacionales son increíbles. El año pasado le ministramos a más de 800,000 personas en la India y vimos muchas vidas transformadas. También participamos en diferentes tipos de ayuda humanitaria. Actualmente, alimentamos a más de 8,000 niños en Asia. En el 2004, donamos 3.4 millones de alimentos en 42 naciones. Gracias al apoyo de los socios de nuestro ministerio, auspiciamos tres orfanatos alrededor del mundo. Ayudamos a pacientes de SIDA en África e India, y hemos trabajado con más de 1,000 prisiones en EE.UU., Centroamérica, el Caribe, Canadá, África y Australia."
En cuanto a los planes futuros, su ministerio está reconstruyendo dos pueblos que fueron destruidos por el maremoto que azotó a Asia el pasado 26 de diciembre. Están amueblando un hospital de 200 camas en la India, con cuidado médico gratuito, y en adición, construirán un orfanato en Laos. "A medida que los recursos se hacen más disponibles, más ayuda podremos dar a la gente", añadió Joyce, cuyo ministerio está apoyado financieramente por amigos y socios ("partners").
En años recientes, el ministerio de Joyce Meyer ha sido blanco de ataques por parte de los medios, especialmente en el área de las finanzas. Sin embargo, ambos se han asegurado de operar su organización con integridad y transparencia, tomando las medidas y ajustes necesarios. De acuerdo con los informes financieros del 2004, el ministerio invirtió 80% de cada dólar de contribuciones no asignadas en programas y ayudas dirigidas a alcanzar la gente con el evangelio. "Estamos muy emocionados con el crecimiento que hemos visto, y continuamente tomamos los pasos necesarios para asegurar la transparencia, responsabilidad y excelencia en lo que hacemos", comentó Mark Sutherland, portavoz del ministerio, en unas declaraciones hechas a U.S. Newswire el 10 de mayo de 2005.
En la edición del 7 de febrero de 2005 de la revista Time, Joyce Meyer fue nombrada junto a personalidades como: Billy Graham, TD Jakes y James Dobson, como una de los 25 evangélicos más influyentes de la nación. "Definitivamente fue un honor increíble haber sido incluida en esa lista, el hecho de haber sido seleccionada demuestra el impacto que una relación con Cristo puede tener en la vida de una persona."
Su ministerio auspicia conferencias nacionales e internacionales. Joyce ha ofrecido conferencias en: Uganda, Australia, Irlanda, Inglaterra, India y Brasil. Anteriormente, Joyce había comentado a Vida Cristiana que planeaba reducir sus viajes y escribir menos; sin embargo, su vida ha continuado a un ritmo acelerado. "En ocasiones, Dios nos cambia los planes, y he aprendido que es mucho mejor hacer la voluntad de Dios que quedarse en la comodidad de uno. Mientras Dios desee que escriba, lo seguiré haciendo", dijo ella.
En sus libros, Joyce Meyer no se cohíbe de contar abiertamente sus experiencias, con tal que sirvan de bálsamo al prójimo. Ofrece palabras de aliento al decaído. Asegura que aunque el camino sea pedregoso y cuesta arriba, Dios es siempre fiel. Y si hizo tantos milagros en su vida también los puede hacer en la vida de otros. Hasta hoy, se han impreso más de ocho millones de ejemplares de los más de 70 libros que ha escrito, y la mayoría de ellos se han traducido a 63 idiomas, incluyendo: arábico, chino, español, francés, alemán, coreano, ruso y hebreo.
Su más reciente libro en inglés, Adicción a la aprobación, ya se ha convertido en un éxito de ventas en poco tiempo. La versión en español, publicada por Casa Creación, recién acaba de salir al mercado. En este libro, Joyce proporciona una vía para liberarse de esa abrumadora necesidad de buscar la aceptación de todos, de recibir una aprobación que brinda satisfacción, pero que sólo conduce a la desilusión. Su mensaje constante es que Dios brinda toda la aprobación que se necesita.

Bendecida para bendecir
Joyce es una mujer que puede conectarse fácilmente con la gente y con lo que ellos viven. Sobre eso comentó ella: "Simplemente es porque he pasado por lo que los aqueja. Tuve una niñez muy oprimida. Tuve un desastroso primer matrimonio, perdí un bebé, he tenido problemas por mi actitud, los corajes y la falta de confianza. Fui sanada de cáncer en el seno. Mencione lo que sea que probablemente lo he vivido, pero Dios es fiel y me ha ayudado a superar cada situación. Mi deseo es que al compartir mis experiencias y lo que he aprendido a través de los años, pueda ayudar a las personas que están pasando por ese tipo de experiencias".
En nuestra sociedad, vemos tantos abusos, ya sea contra mujeres, niños y hasta hombres. Tanto en sus conferencias como en sus libros, Joyce ayuda a las personas a superar su pasado. "Dios tiene las respuestas. Dios tiene la fortaleza. Dios le ayudará. Sin embargo, muchos no escuchan la práctica realidad de la Palabra de Dios o no aprenden a aplicarla a su vida cotidiana. Si lo hicieran, verían la victoria." Seguido, aconseja: "Ahora, no será fácil, será una lucha diaria al principio, pero Dios es leal y le dará la fortaleza para superar la prueba. Soy un ejemplo de que Dios no se da por vencido con nadie".
Es probable que en muchos casos exista una mentalidad de víctima, y las personas crean que se les debe algo. A esto respondió: "No se nos debe nada. La Biblia nos enseña que merecemos sufrimiento y muerte eterna. Gracias a Dios que, en su misericordia, nos extendió la mano para darnos vida eterna y un propósito para vivir. Si alguien tiene una excusa para ser una víctima quizás sea yo; y de hecho, por muchos años así fue. Pero cuando supe lo que Dios había puesto a mi disposición, y del gozo y el júbilo que les acompañaba, dejé de ser una víctima. Así puedo ayudar a otros que también luchan con la mentalidad de víctima".
Sus hijos han sido su mayor apoyo, todos ellos involucrados en alguna forma en el trabajo del ministerio. El mayor, David (40), es el director ejecutivo de alcance mundial. Él nos comentó lo siguiente: "Ha sido un viaje de toda una vida. Es maravilloso ver cómo la gracia de Dios ha sido derramada sobre todos nosotros. Él ha tomado de lo que el mundo pudiera descalificar para mostrar su gloria alrededor de la tierra". Su hija Laura (37) a veces los acompaña en sus conferencias nacionales, pero su esposo, Doug, es el director de giras. Sandra (35) se ha dedicado a ser mamá, pero su esposo, Steve, es el director de las mesas de productos en las conferencias, labor que ella realizaba antes. Y el benjamín de la familia, Daniel (26), es quien está a cargo de las operaciones del ministerio. Su esposa, Nicol, también trabaja sirviendo como supervisora del centro de llamadas del ministerio.
Según Joyce, "el mejor legado que cualquiera pudiera dejarle a sus hijos es el ejemplo de cómo vivir y ser de bendición, de manera que continúe de generación en generación". Ocho nietos componen la segunda generación de los Meyer. "Éxodo 20:6 nos promete que Dios 'hace misericordia a millares, a los que le aman y guardan sus mandamientos'", enfatizó Joyce.
Cuando le preguntamos a Joyce cuál ha sido su mayor logro, su respuesta fue sencilla: "He podido caminar con Dios, y Él me ha permitido haber sido usada para impactar tantas vidas. Hay tantas cosas que el ministerio ha hecho, tantas personas impactadas, pero todo se debe a Dios. Yo jamás hubiese podido hacer nada de esto. Simplemente he obedecido a Dios a través de los años y Él me ha permitido ser usada.".
Hace 3 años y medio, su papá le pidió disculpas, aceptó al Señor y fue bautizado por la propia Joyce. Ella confiesa que no fue fácil, pero hoy día se declara sanada de todo dolor del pasado y vive a la expectativa de un futuro cada día más próspero junto a su esposo, sus cuatro hijos y sus nietos. "Estoy disfrutando mi vida porque estoy disfrutando a Dios."  


Brenda M. López de Teixeira trabaja para Strang Communications y es escritora independiente en Orlando, Fla.
Fuente: vidacrstiana.com


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