¨Oren por mí ¨, dijo Jonh Franklin a la asamblea en Yoakum, Texas.
¨ Partimos para Guatemala. Oren que el gobierno de Guatemala nos permita quedarnos ¨.
Louis Ritter prometío: ¨Sí, voy a orar ¨. Mientras oraba por los Franklins, él vió una visión de un hombre bestido de negro, asiéndose de una puerta herméticamente cerrada. Aceptando esto como un mensaje de Dios, Ritter oró más tenazmente.
Los días pasaron, luego semanas y meses, Ritter seguía orando. Una mañana, seis meses despúes, fue a ver a su pastor.
¨Hermano Fellers¨, dijo lleno de gozo, ¨los Franklins pueden ir ahora a Guatemala. Esta mañana vi al Señor introduciendo una llave dorada en la cerradura de una puerta dorada, y se abrió de par en par ¨.
En Abril de 1937 Jonh y Ella Franklin entraron en Jutiapa, el primer pueblo dentro de la frontera guatemalteca.
Alquilaron una pequeña habitación, guardaron sus pocas pertenencias, y se dispusieron a visitar a cinco pequeños grupos de creyentes en las montañas. Los Franklins visitaron cada casa de culto. Durmieron en hamacas, se bañaron en arroyos, tomaban agua no purificada, y comían siempre sus tortillas de maíz y frijoles negros.
A pesar de las dificultades, esos fueron días de un feliz ministerio.
Despúes de nacer su hija Nohemí, los Franklins alquilaron una casa en ciudad de Guatemala.
Dejando a su familia en la ciudad capital, John pasaba tres semenas cada mes ministrando a sus crecientes congregaciones en Jutiapa.
A principios del año 1938 los guatemaltcos celebraron su primer concilio. John fue elegido superintendente, y Socorro Ramiréz secretario.
En Septiembre de 1938 John sintío el deseo de visitar Comapa, un poblado donde nunca se había predicado el evangelio.
Invito a una pareja de guatemaltecos que lo acompañaran. Salieron bajo un continuo aguacero.
Al llegar al poblado, helados y mojados, los viajeros no hallaron lugar donde quedarse hasta que un manifiesto pecador los invitó a
entrar. Doce personas asistieron a la primera reunion y todos aceptaron al Señor. Uno de aquellos salvos fue Juan Martínez, un joven poseído por un demonio que muchasveces trataba de matar a las personas. La vida de Martínez cambió por completo.
Finalmente fue elegido superintendente de las Asambleas de Dios enGuatemala.
En 1939 John llevó a dos jovenes creyentes a un viaje de 77 kilómetros y medio hasta la costa del Pacífico.
Pidieron prestado un bote a un muchacho y trataron de pescar, pero no pescaron nada.
¨Dondé mejor se pesca ¨, dijo el muchacho, es más allá del banco de arena Las Lisas ¨
¨Iremos allí mañana ¨, respondió, John, sin saber que a pocos kilómetros había un hombre soñando con el cielo.
Ruperto vivía como un malvado, pero un día halló un tratado que decía hacerca de un ¨Libro que habla ¨.
Ruperto pidió a un vendedor ambulante que se lo buscara. El vendedor le llevó una Biblia.
Cuando John llegó a Las Lisas, vió a Ruperto sentado sobre un tronco leyendo la Biblia.
¨Es usted creyente ? ¨, preguntó John. Mientras Ruperto movía su cabeza en señal de negación.
John comprendió por qué Dios lo había llevado a la costa.
John se arrodillo junto al tronco, buscó el libro de Romanos en la Biblia de Ruperto, y le explicó el camino de salvación.
Ruperto recibió al Señor. Todo el tiempo que pudo, John continúo ministrando cerca de la costa, pero el Señor estaba tambien llamando
a creyentes en las montañas. John envió a éstos a estudiar en el instituto bíblico en el Salvador.
Uno por uno, regresaron a pastorear. Gradualmente otros misioneros vinieron a Guatemala, pero la obra no estaba completa; aún no se había alcanzado a los índios. En Guatemala las orquídeas y otras flores brillantes crecen silvestres y en abundancia.
La tierra es además iluminada por las ropas tejidas a mano de los índios mayas que caminan por sus senderos.
Las lenguas de las tribus son tan variadas como sus vistosas vestiduras.
John anhelaba llevar el evangelio a esos índios, pero las barreras del idioma y las costumbres parecían infranqueables.
En 1948, mientras se hallaban de visita en los Estados Unidos, John pidió a los asistentes de una reunión de oración en Dallas, Texas, que oraran por los índios guatemaltecos. Cayó sobre ellos un espíritu de intercesión.
Por ese tiempo en la lejana Guatemala, Hilarle Churunel, un adorador del diablo, medico hechicero de la tribú Cakchiquel, se paró un en saliente por encima del lago Atitlán. Churunel planeaba ahogarse, pero en el ultimo momento, algo lo hizo retroseder; no pudo saltar.
Regresó a la casa, tomó un cuchillo y regresó al lago. Cerca de allí se encontraba trabajando un hombre llamado Basugodo, un carpintero índio que se había convertído al cristianismo. La esposa de Churunel rogó a Basugodo que salvará a Churunel.
Basugodo alcanzó en el lago al atormentado hombre. ¨Amigo ¨, le dijo, Jesucristo es mucho más poderoso que el diablo, É l puede darte el descanso y paz ¨. Muy pronto Churunel acépto a Cristo. Cuando los índios de la región siguieron viniendo a Churunel, él convirtió su casa en una capilla y los condújo a Jesucristo.
Para 1955 los ministros guatemaltecos ocuparon posiciones ejecutivas y John y Ella estuvieron libres para realizar su sueño de vivir en Panajachel, el centro del ministerio a los índios. Los Franklins descubrieron que el Cakchiquel era más difícil de aprender que el español y que a esa lengua le faltaban palabras para designar muchas cosas, entre ellas el amor.
Los Franklins construyeron un centro evangelistico y un hogar misionero. Pero su gran preocupación era abrir una escuela biblica.
Esto presentaba un problema. Pocos índios podían leer y escribir. En 957 los Franklins establecieron el Instituto Cakchiquel Panajachel, con clases especiales para enseñar a los índios a leer y escribir Un joven maya llegó a la puerta de la escuela en Panajachel en 1972.
La bolsa de papel que colgaba de su mano contenía todas sus pertenéncias, una sabana vieja.
¨Vendí mi biblia para pagar mi pasaje en el autobús; no tengo dinero. Si no pueden admitirme ¨, dijo vasilente, ¨diganmelo. Debo comenzar mi viaje de regreso a casa ¨. El joven se alegro mucho cuando los misioneros le dieron una biblia nueva y le dijeron que se podía quedar. Los líderes de las Asambleas de Dios de Guatemala le pusieron por nombre a la escuela en Panajachel ¨Universidad Evangélica Franklin ¨. Los Franklins se retiraron en 1977, 40 años despúes que Louis Ritter vió la puerta dorada abrirse de par en par. Mirando al pasado los Franklins pensaban en las 600 asambleas en Guatemala. Pensaban en los 700 ministros que ellos habían ayudado a preparar . Pensaban en los 55,000 creyentes que habían guíado a Cristo, y se sentían ¨llenos de gozo ¨.
Te alabaré entre los pueblos, oh Señor; cantaré de tí entre las naciones.
Porque grande es hasta los cielos tu misericordia, y hasta las nubes tu verdad.
Salmos 57:9,10
Dios te bendiga !!!
Enviado por la hermana Silvia Quintero
¨ Partimos para Guatemala. Oren que el gobierno de Guatemala nos permita quedarnos ¨.
Louis Ritter prometío: ¨Sí, voy a orar ¨. Mientras oraba por los Franklins, él vió una visión de un hombre bestido de negro, asiéndose de una puerta herméticamente cerrada. Aceptando esto como un mensaje de Dios, Ritter oró más tenazmente.
Los días pasaron, luego semanas y meses, Ritter seguía orando. Una mañana, seis meses despúes, fue a ver a su pastor.
¨Hermano Fellers¨, dijo lleno de gozo, ¨los Franklins pueden ir ahora a Guatemala. Esta mañana vi al Señor introduciendo una llave dorada en la cerradura de una puerta dorada, y se abrió de par en par ¨.
En Abril de 1937 Jonh y Ella Franklin entraron en Jutiapa, el primer pueblo dentro de la frontera guatemalteca.
Alquilaron una pequeña habitación, guardaron sus pocas pertenencias, y se dispusieron a visitar a cinco pequeños grupos de creyentes en las montañas. Los Franklins visitaron cada casa de culto. Durmieron en hamacas, se bañaron en arroyos, tomaban agua no purificada, y comían siempre sus tortillas de maíz y frijoles negros.
A pesar de las dificultades, esos fueron días de un feliz ministerio.
Despúes de nacer su hija Nohemí, los Franklins alquilaron una casa en ciudad de Guatemala.
Dejando a su familia en la ciudad capital, John pasaba tres semenas cada mes ministrando a sus crecientes congregaciones en Jutiapa.
A principios del año 1938 los guatemaltcos celebraron su primer concilio. John fue elegido superintendente, y Socorro Ramiréz secretario.
En Septiembre de 1938 John sintío el deseo de visitar Comapa, un poblado donde nunca se había predicado el evangelio.
Invito a una pareja de guatemaltecos que lo acompañaran. Salieron bajo un continuo aguacero.
Al llegar al poblado, helados y mojados, los viajeros no hallaron lugar donde quedarse hasta que un manifiesto pecador los invitó a
entrar. Doce personas asistieron a la primera reunion y todos aceptaron al Señor. Uno de aquellos salvos fue Juan Martínez, un joven poseído por un demonio que muchasveces trataba de matar a las personas. La vida de Martínez cambió por completo.
Finalmente fue elegido superintendente de las Asambleas de Dios enGuatemala.
En 1939 John llevó a dos jovenes creyentes a un viaje de 77 kilómetros y medio hasta la costa del Pacífico.
Pidieron prestado un bote a un muchacho y trataron de pescar, pero no pescaron nada.
¨Dondé mejor se pesca ¨, dijo el muchacho, es más allá del banco de arena Las Lisas ¨
¨Iremos allí mañana ¨, respondió, John, sin saber que a pocos kilómetros había un hombre soñando con el cielo.
Ruperto vivía como un malvado, pero un día halló un tratado que decía hacerca de un ¨Libro que habla ¨.
Ruperto pidió a un vendedor ambulante que se lo buscara. El vendedor le llevó una Biblia.
Cuando John llegó a Las Lisas, vió a Ruperto sentado sobre un tronco leyendo la Biblia.
¨Es usted creyente ? ¨, preguntó John. Mientras Ruperto movía su cabeza en señal de negación.
John comprendió por qué Dios lo había llevado a la costa.
John se arrodillo junto al tronco, buscó el libro de Romanos en la Biblia de Ruperto, y le explicó el camino de salvación.
Ruperto recibió al Señor. Todo el tiempo que pudo, John continúo ministrando cerca de la costa, pero el Señor estaba tambien llamando
a creyentes en las montañas. John envió a éstos a estudiar en el instituto bíblico en el Salvador.
Uno por uno, regresaron a pastorear. Gradualmente otros misioneros vinieron a Guatemala, pero la obra no estaba completa; aún no se había alcanzado a los índios. En Guatemala las orquídeas y otras flores brillantes crecen silvestres y en abundancia.
La tierra es además iluminada por las ropas tejidas a mano de los índios mayas que caminan por sus senderos.
Las lenguas de las tribus son tan variadas como sus vistosas vestiduras.
John anhelaba llevar el evangelio a esos índios, pero las barreras del idioma y las costumbres parecían infranqueables.
En 1948, mientras se hallaban de visita en los Estados Unidos, John pidió a los asistentes de una reunión de oración en Dallas, Texas, que oraran por los índios guatemaltecos. Cayó sobre ellos un espíritu de intercesión.
Por ese tiempo en la lejana Guatemala, Hilarle Churunel, un adorador del diablo, medico hechicero de la tribú Cakchiquel, se paró un en saliente por encima del lago Atitlán. Churunel planeaba ahogarse, pero en el ultimo momento, algo lo hizo retroseder; no pudo saltar.
Regresó a la casa, tomó un cuchillo y regresó al lago. Cerca de allí se encontraba trabajando un hombre llamado Basugodo, un carpintero índio que se había convertído al cristianismo. La esposa de Churunel rogó a Basugodo que salvará a Churunel.
Basugodo alcanzó en el lago al atormentado hombre. ¨Amigo ¨, le dijo, Jesucristo es mucho más poderoso que el diablo, É l puede darte el descanso y paz ¨. Muy pronto Churunel acépto a Cristo. Cuando los índios de la región siguieron viniendo a Churunel, él convirtió su casa en una capilla y los condújo a Jesucristo.
Para 1955 los ministros guatemaltecos ocuparon posiciones ejecutivas y John y Ella estuvieron libres para realizar su sueño de vivir en Panajachel, el centro del ministerio a los índios. Los Franklins descubrieron que el Cakchiquel era más difícil de aprender que el español y que a esa lengua le faltaban palabras para designar muchas cosas, entre ellas el amor.
Los Franklins construyeron un centro evangelistico y un hogar misionero. Pero su gran preocupación era abrir una escuela biblica.
Esto presentaba un problema. Pocos índios podían leer y escribir. En 957 los Franklins establecieron el Instituto Cakchiquel Panajachel, con clases especiales para enseñar a los índios a leer y escribir Un joven maya llegó a la puerta de la escuela en Panajachel en 1972.
La bolsa de papel que colgaba de su mano contenía todas sus pertenéncias, una sabana vieja.
¨Vendí mi biblia para pagar mi pasaje en el autobús; no tengo dinero. Si no pueden admitirme ¨, dijo vasilente, ¨diganmelo. Debo comenzar mi viaje de regreso a casa ¨. El joven se alegro mucho cuando los misioneros le dieron una biblia nueva y le dijeron que se podía quedar. Los líderes de las Asambleas de Dios de Guatemala le pusieron por nombre a la escuela en Panajachel ¨Universidad Evangélica Franklin ¨. Los Franklins se retiraron en 1977, 40 años despúes que Louis Ritter vió la puerta dorada abrirse de par en par. Mirando al pasado los Franklins pensaban en las 600 asambleas en Guatemala. Pensaban en los 700 ministros que ellos habían ayudado a preparar . Pensaban en los 55,000 creyentes que habían guíado a Cristo, y se sentían ¨llenos de gozo ¨.
Te alabaré entre los pueblos, oh Señor; cantaré de tí entre las naciones.
Porque grande es hasta los cielos tu misericordia, y hasta las nubes tu verdad.
Salmos 57:9,10
Dios te bendiga !!!
Enviado por la hermana Silvia Quintero
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